viernes, 29 de enero de 2016

Rol y lectura

Hace tiempo hice esta entrada en la que me quejaba de que no había un relevo generacional en el mundo de los juegos de rol. Una de las causas a las que apuntaba era la pérdida de los hábitos de lectura. Para jugar a rol o dirigir partidas hay que leer. Leerse reglamentos, ambientaciones, novelas, todo para poder desarrollar este ocio. Zascandileando por ahí me he encontrado este artículo que ilustra a la perfección cómo se destruye este hábito, os lo copio aquí.

"Esta reflexión surge al hilo del artículo de David Gil del otro día, así que si no lo habéis leído más os vale empezar por ahí. Dicho eso, si tenéis prisa, os puedo adelantar que todo lo que voy a decir se resume en lo siguiente: las probabilidades de que tu profe de lengua haga que te encante leer son iguales a las probabilidades de que tu profe de lengua haga que odies la lectura. Eso siendo generosos. Ahora vamos a la versión larga.

Yo hice un bachillerato de ciencias y, la verdad, ni fu ni fa. Mis profesores de Lengua y Literatura me fueron relativamente indiferentes. Luego me perdí tres años por el mundo, y finalmente aterricé en Filología Hispánica. Por un motivo o por otro, yo llevaba siendo hasta ese momento un gran lector, y alcancé la carrera lleno de energía e ilusión. Ya os adelanto el resultado (hoy la cosa va de spoilers): acabé la carrera sin ganas de leer nada. O, para ser más exactos, sin ganas de leer nada de lo que se suponía que tenía que leer. En mi primer año mis profesores ya me presentaron el que iba a ser mi gran archienemigo desde entonces: el canon. ¿Y qué es el canon? Los libros que se ha decidido que son importantes y que deben estudiarse. ¿Quién lo decide? Señores viejos con barba (o sin ella). ¿Dónde? Normalmente en universidades serias y sesudas, tras escribir largas publicaciones sobre ellos. Así, curiosamente, muchas veces puedes estudiar sobre esa obra literaria tan esencial con el libro que ha escrito tu profesor. O el profesor de tu profesor. Casualidades del canon. Pero el canon no sólo tiene esta curiosa característica, sino que incluye un par de puñaladas traperas más. La primera es que cambia a través de los tiempos, por motivos ideológicos en general. Durante el franquismo a Lorca no se le estudiaba, y ahora es esencial. Es decir, la ideología del gobierno puede dejar en la cuneta a escritores esenciales. Literalmente. La segunda puñalada es que el canon no se basa nunca en ese criterio para mí esencial (que no único) por el que una obra es buena si le gusta a la gente. Y recordad que estamos hablando de textos que se estudian, es decir, que se escribieron antes de que hubiese márketing y esas cosas. Agradezco infinitamente un momento de sinceridad de mi profesor de Literatura Inglesa de la carrera, que nos dijo más o menos que el Ulyses de Joyce era una obra esencial, por lo que representaba para la historia de la literatura, pero que para leerla era un ladrillo, que eligiésemos otra obra del autor para acercarnos a él. Pero bueno, éramos aspirantes a filólogos, tipos duros, se suponía que teníamos que leer eso. Así que a agachar la cabeza y por Esparta. Digo yo. Al final terminé la carrera con unos cuantos textos esenciales sin leer. Y ahí siguen sin leer.


Esto lo oigo cada vez más.

Lo cual nos lleva a la segunda parte, que es el momento en el que te conviertes en profesor de instituto. Y resulta que tienes que explicar el canon. Sí, esa cosa que como incipiente filólogo veinteañero te parecía un peñazo, ahora tienes que soltársela (muy resumida y condensada) a chavales de catorce años. “Que no, de verdad, que el Quijote mola”. Pues no, señores, si tienes catorce años el Quijote no mola. Si eras un tío del Siglo XVII con un poquito de letras, el Quijote era genial, y divertidísimo, y repleto de guiños y parodias del género más leído en ese momento. Era el Scary Movie de la época. Y después resulta que el Quijote fue esencial por lo que aportó a los escritores posteriores sobre el modo de escribir una historia, de crear a los personajes, de hacer que evolucionen. Pero si tienes catorce años el Quijote no mola. Ya ni te digo La Celestina. Yo puedo contar el Quijote a mi modo y tenerlos interesados. Pero es un libraco de hace cientos de años escrito raro. Es canon. Así que cuando me preguntan para qué sirve eso (o la sintaxis, ya que estamos) yo les digo que para aprobar la asignatura. Y después intento que lean cosas que sí que puedan gustarles.

Y eso nos lleva al problema final. Hay profesores que se han creído de verdad que el canon mola. Con lo cual o no entienden lo que es tener catorce años, o yo no les entiendo a ellos, o probablemente ambas cosas. Yo he estado con compañeros totalmente expertos en la materia, por supuesto, que lo mismo debatían sobre la profundidad de Cortazar que comentan los pasajes más ingeniosos de El Asesinato considerado como una de las Bellas Artes, y que colaboraban con la universidad traduciendo libros de estrategia militar medieval. A mí cuando me preguntaban decía que yo no leo literatura realista. Y me miraban raro. Como si me fuese a sorprender de que me mirasen raro. Por favor. Soy un profesional de que me miren raro. El tema es que yo creo que es imposible que alguien que sólo disfrute de Cortazar (por decir algo) encuentre un libro que pueda servir de punto de entrada a la lectura a un chaval que no lee porque la lectura le aburre.

La literatura es diversión. No es estudio. Eso lo han entendido los lectores de todos los tiempos. Eso hacía rentable llevar libros de caballería de contrabando a América. Eso llenaba los periódicos de folletines. Eso nos hizo a unos cuantos cargar las estanterías de libros de fantasía, ciencia ficción y terror hasta que nuestra vidas adolescentes corrieron peligro bajo ellas. Y eso no se estudia. Y eso no se debe enseñar. Al menos como canon. Pero si un chaval te pide que le recomiendes un libro (aunque tú le hayas obligado antes a leérselo en la asignatura), todavía puedes salvar una vida. Preguntándole qué le gusta. Buscándole un libro divertido. Novela negra. Fantasía. Humor. Aventuras históricas. Lo que sea. Pero que le guste. Y si no le gusta que sepa que hay más libros, todos diferentes. Y que seguro que hay uno que le puede cambiar la vida. Sólo tiene que seguir buscando."

La verdad es que me he sentido muy identificado. Cuando estaba haciendo la ESO recuerdo que los libros que devoraba eran los de la Dragonlance, no son alta literatura desde luego, pero estaba enganchado a las aventuras de Tanis, Raistlin y demás. Nuestro profe de lengua y literatura nos puso como libro a leer El camino de Miguel Delibes. Como dice el artículo anterior El camino es un gran libro, pero para un chico de 15 años es un tostón. El profesor me preguntó que que me había parecido ,le dije que un rollo, me miro ojiplático diciendo que era un gran libro y que debía leer más cosas así y menos gaitas de elfos y duendes.

El rol es querer contar historias y vivirlas, para hacer esto se necesita alimentar la imaginación, se necesita leer. Si desde jóvenes, por una mala elección de libros en el colegio se acaba con las ganas de leer es imposible que luego quieran probar los juegos de rol.

Yo siempre soy el raro que en cumpleaños y navidades regala libros a mis familiares. Muchos primos pequeños han leído Harry Potter, El señor de los anillos, Percy Jackson porque se lo he regalado y lo que es más importante, porque he gastado tiempo leyendo esos libros con ellos. 

Cada vez veo más niños que se les entretiene con una tablet o una consola que con cuentos y juegos. Luego no me extraña que se refugien en videojuegos (ojo no los critico que yo también juego) y muchos consideren que leer es un rollo. Hay que conseguir que imaginar sea divertido, hay que conseguir que se enganchen a la lectura.

Y vosotros ¿qué opináis?

7 comentarios:

  1. Me ha gustado, una verdad como un templo

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  2. Me ha gustado, una verdad como un templo

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    1. Me alegra que te haya gustado.

      Un saludo y gracias por comentar

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  3. Hay libros que sólo se pueden apreciar a cierta edad. Yo me intenté leer el Quijote de pequeño y me pareció un tostón. Luego lo intenté hace un par de años y me pareció muy divertido... pero no tuve tiempo de terminarlo. Así que sólo me queda esperar a la jubilación para tener tiempo libre y la capacidad de apreciarlo.

    Por otro lado, también puedo seguir leyendo juegos de rol. El canon no es tan importante como disfrutar leyendo.

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    1. Exacto esa es la clave, disfrutar. Cuando se disfruta de algo te pica a seguir haciéndolo porque no supone un esfuerzo, es un placer.

      Un saludo y gracias por comentar

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  4. Totalmente de acuerdo.
    Yo recuerdo con cariño a una profesora de lengua que tuve en 3º de la ESO. Ella se saltó la lista de libros que nos habían "obligado" a leer desde la jefatura de estudios y lo que hizo fue resumírnoslos (El quijote, Lazarillo, etc.) y nos incitó a leerlo por nuestra cuenta si nos parecían interesantes. Evitó destriparnos demasiadas cosas, evidentemente. Y lo que hizo en su lugar fue investigar y enterarse de cuales eran los libros de moda del momento entre la chavalería, y nos dio una lista con varios libros de esos que ella había seleccionado y teníamos que elegir el que más nos gustara.
    Gracias a esa profesora yo a día de hoy soy lector, quizá también hubiera empezado de todas formas, pero es cierto que hasta que ella no me animó a leer algo diferente, algo que según ella me iba a gustar, no hubiera empezado.

    Y sería una pena porque me encanta leer. Y el rol :P

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    1. Esa profesora fue un joya, que suerte tuviste al tenerla. Ojalá más profesores fueran así para poder picar a la gente a leer e imaginar durante muchos años.

      Un saludo gracias por comentar

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